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Los beneficios de comer pescado

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Por todos es sabido que para tener una dieta equilibrada hay que comer de forma variada, no solo aquello que más nos gusta, sino también lo que quizá nos motiva menos pero sabemos que nuestro cuerpo necesita.

Aunque no son pocos los amantes del pescado, parece ser que es un gusto que se desarrolla con la madurez, pues por alguna razón desde niños hay un rechazo manifiesto por este animal, y un disgusto generalizado cuando no hay más remedio que comer platos de pescado.

Y esos prejuicios infantiles se mantienen en algunos adultos, por lo que conviene recordar cuáles son las ventajas del pescado en la alimentación humana.

¿Por qué es tan importante comer pescado, y no solo de vez en cuando por «cumplir»? Para empezar, aporta proteínas al cuerpo, algo que también nos proporciona la carne roja, pero el pescado, por sus características, es de más fácil digestión.

Uno de las biomoléculas que consumidas en exceso son enemigas de un cuerpo esbelto, los hidratos de carbono o carbohidratos, están poco presentes en el pescado, lo que de por sí constituye una ventaja, pero estos animales de agua por el contrario aportan una gran cantidad de minerales y vitaminas, parecida a la de la carne pero sin las desventajas de esta.

De hecho, como tienen pocas calorías podemos disfrutar de una comida basada en pescado sin estar preocupándonos por esos kilos de más en los que sí pensamos cuando comemos carne.

Curiosamente, al contrario de lo que ocurre con la carne de otros animales, cuanto más graso es un pescado más de estos minerales y vitaminas tiene, y no tenemos que sufrir, porque en este caso se trata de grasas saludables.

Por ejemplo están las llamadas Omega 3, que contribuyen a evitar que la sangre se coagule de forma errónea y, por lo tanto, a prevenir los infartos. El corazón es uno de los órganos más beneficiados por el hecho de comer pescado, y no solo por lo ya mencionado, sino porque el potasio que contienen, además de sus bajos niveles de sodio, producen una mejor tensión arterial.

El pescado tiene incluso ventajas inesperadas o poco conocidas: cuando comemos ejemplares de especies pequeñas a los que no se les quitan las espinas, por ejemplo, la ingesta de dichas espinas, más por no quitarlas que por comerlas intencionadamente, nos proporciona calcio extra. Al fin y al cabo, las espinas son los huesos de los peces.

Pero cuidado, porque por muy saludable que sea este tipo de alimento también puede conllevar algunos peligros, aunque no es algo inherente a los peces como especie, sino a la acción humana: la contaminación de mares y ríos por el vertido de líquidos o por la propia contaminación ambiental hacen que en los peces se puedan encontrar altas dosis de mercurio o plomo. Aunque también es cierto que otros peligros asociados al pescado, como el parásito anisakis, forman parte de la naturaleza sin que el hombre haya tenido nada que ver con ello.

¿Qué pasa si no comemos pescado?

Si nuestras madres, de pequeños, nos alertaban del peligro de que se nos hinchara la garganta si no comíamos pescado seguramente habremos oído alguna vez el nombre de la enfermedad del bocio.

Pero no era un cuento para asustarnos y que comiéramos pescado: la enfermedad existe y se caracteriza por el crecimiento anormal de la tiroides, lo que ocasiona un bulto en la garganta por falta de yodo, un mineral aportado sobre todo por pescados y mariscos.

Además, durante el embarazo las mujeres deben comer pescado para aportarle al feto ese yodo, necesario para la formación del cerebro y para el correcto crecimiento del futuro bebé.

Aun así, hay que tener en cuenta algunas consideraciones: es importante que tanto las mujeres embarazadas como los niños y los adolescentes coman no más de 2 raciones de pescado a la semana, mejor, a pesar de que aporten una gran cantidad de nutrientes que aportan y conlleven las otras ventajas mencionadas más arriba.

Para las personas mayores de 15 años, con excepción de las embarazadas, el límite está en 4 raciones a la semana, aunque combinando pescados azules y blancos y evitando, en lo posible, las especies que se consideran depredadoras, como el salmón o el pez espada.


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